Bitácora de una pluma enfermiza URBE + POEIA + MOVIMIENTO

10.28.2009

La Dictadura de la Imagen se transmite por TV o Algunas Reflexiones sobre la Política Ficción de Nuestros Días




Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, prácticamente estamos contando historias. Nuestras inquietudes, certezas y experiencias las transmitimos a los demás, a nosotros mismos, y siempre estamos dispuestos a escuchar los relatos de quienes nos rodean en casa o en el trabajo.


El hombre vive en un universo simbólico, en el que las representaciones son el verdadero universo físico en el que nos desenvolvemos. Aquí el lenguaje, el mito, el arte o la espiritualidad configuran todo un entramado existencial. Comunicamos tanto pensamientos abstractos como los sentimientos más viscerales, todo esto, la mayoría de la veces lo comunicamos a través de las palabras, el soporte primogénito que sabemos “primero fue la palabra…”.

Hasta hace muy poco, en plazos historiográficos los acontecimientos del mundo se relataban por escrito. Actualmente, se nos muestran casi en su totalidad, en función de las imágenes que aparecen en la pantalla, como en un viejo capítulo de Garfield que decía “si lo dice la tele debe ser verdad”. La fuerza demoledora de la imagen llegó para quedarse en el reinado de la televisión.

Para las generaciones que se nos hemos educado frente a un televisor, la multiplicidad de argumentos (autoridades cognitivas que establecen de formas distintas en quién debemos creer, quién es digno de crédito y quién no, y que se encontraban en los libros o en los periódicos), esa multiplicidad, decía, casi ha desaparecido, porque con la televisión la autoridad es la visión en sí misma, la imagen. Lo escandaloso es que el ojo, ahora, cree a ojos cerrados lo que ve, lo que parece real, sin cuestionar ni criticar lo que le llega desde la pantalla chica. La distinción, por tanto, entre lo verdadero y lo falso está en peligro y así como en el capítulo de Garfield los resultados de las encuestas políticas nos hacen ser prácticamente gurús de la política ficción.

El objetivo de cualquier medio de comunicación es el de informar; ahora bien, el criterio de selección de las informaciones en la televisión depende de la viabilidad del registro, es decir, si se puede grabar bien, hay noticia. Mostrar se convierte en condición indispensable, de tal forma que la importancia de los acontecimientos depende de lo bien que esté capturada la imagen. Incluso una noticia hoy puede ser sólo difundida por el carácter “noticioso” de la imagen, la espectacularidad de ella o lo monstruoso que despierte nuestro morbo.

Esto produce los seudo-acontecimientos, tan cotidianos en los canales y programas del género docureality, eventos creados por y para la televisión, en donde la verdad está supeditada a la tiranía de la imagen. Podemos hablar de información, pero también de desinformación, sobre todo en tiempos de elecciones.

Ayer no más, veía lo que podría ser en el mundo de la política ficción el cambio de mando en el mundo artístico nacional, esto en la presentación de las nuevas salas HD de Lastarria 90, donde asistió la Ministra de Cultura Paulina Urrutia, siendo recibida afectuosamente por uno de los directores de este espacio cultural Luciano Cruz–Coke. Si todo lo que veo en la TV es incuestionable, y mi querido Garfield está en lo cierto, sin dudas fui uno de los privilegiados que asistió al cambio de mando cultural que se avecina en Chile.


Por Fernando Caro